miércoles, 30 de julio de 2008

MONSTERS OF ROCK / METALWAY

11 y 12 de Julio de 2008. Feria de Muestras. Zaragoza

A estas alturas de la película ya todo el mundo está al corriente de la catástrofe del año. ¿Por qué molestarse en hacer una crónica, en ese caso? Porque nos parece interesante narrar la experiencia vivida en primera persona, y sobre todo y fundamentalmente para que los despropósitos sufridos jamás vuelvan a repetirse.

Para la expedición que partimos de Madrid las cosas se empezaron a torcer desde un principio. Cuando vamos tantos a la vez, siempre hay alguno que sin querer provoca retraso. Por eso nos perdimos a Miss Diciembre, para cuando llegamos ya habían terminado. El rollo de las colas para entrar provocó que sólo pudiéramos oír a Rage desde el exterior, así que poco podemos contar. Fuera del recinto del concierto se encontraba la zona de acampada, junto a una carpa con mesas y una barra bien surtida aunque carecía de mi bebida veraniega favorita, el calimocho. Primera sorpresa: los que iban con invitación o acreditación de prensa no tenían derecho a acampada. Había que pagar para entrar en el camping. Si habías pillado hotel o ibas a casa de algún amigo o familiar (fue mi caso) y querías entrar, no para hacer uso del camping, sino únicamente para ayudar a algún colega a plantar su tienda, tenías que pagar por ello. Empezamos bien. El espantoso calor nos invitó a pillar unos minis de de cubata… sólo para descubrir que no nos dejaban entrar con ellos en el concierto. No podías acceder con la bebida que te vendían los mismos del festival. Si empezamos bien, seguimos peor. Por este motivo tampoco pudimos ver a Candlemass y pillamos a Pretty Maids a la mitad, “gracias” a la organización tuvimos que bebernos fuera lo que habíamos pagado. Muy bien, hombre, así da gusto. Una vez dentro pudimos ver que los daneses estaban dándolo todo sobre el escenario, aunque el público en general no estaba muy participativo a causa de la alta temperatura. Precisamente comentábamos entre nosotros que la previsión del tiempo reflejaba tormentas, nos resultaba muy difícil de creer con lo que estaba cayendo. Algunos hasta nos quemamos. Muchos iban en traje de baño, tanto tíos como tías, y un esperpéntico sujeto incluso deambulaba sólo en calzoncillos. Una buena idea era el “túnel de lavado” donde nos mojábamos frecuentemente. Además, uno de los bares estaba en una carpa en cuyo techo caía agua y unos ventiladores la pulverizaban, logrando así un excelente efecto refrescante. Bueno, las cosas no estaban tan mal después de todo.
Un somero recorrido nos bastó para ubicarnos. La Feria de Muestras de Zaragoza es exactamente lo mismo que el IFEMA de Madrid. El escenario y la zona para el público estaban en el parking, y los camerinos, el mercadillo y los restaurantes se encontraban en el interior de los pabellones. Por cierto, el mercadillo era tremendo. Vinilos, camisetas, ropa gótica, CD´s de segunda mano, cinturones, chupas de cuero, muñequeras, parches, chapas… había de todo. Al menos esto lo habían hecho bien. Y dentro del pabellón se estaba más fresquito que fuera.
No nos parece muy adecuado que los actuales Thin Lizzy utilicen este nombre. No es sólo que Phil Lynott lleva más de 20 años bajo tierra, es que no hay NI UNO de la formación original. Esto no es Thin Lizzy, es un grupo de versiones de Thin Lizzy, y punto. Pero hay que reconocer que estos cabrones lo hacen tan jodidamente bien que no hay quien se resista. Los cuatro son músicos de categoría superlativa, y, las cosas como son, estos clasicazos deben ser disfrutados en directo, se llame como se llame el grupo que los toque. Fueron sin duda los que más arrastraron a la gente de los que pudieron llegar a tocar.
No pasó lo mismo con Ted Nugent. Tan gran músico como monumental soplapollas como persona, este subnormal activista a ultranza de la Asociación del Rifle echó muchas ganas sobre el escenario, con gran profesionalidad y energía. Pero no consiguió repetir el fervor entre el público que lograron sus predecesores. Quizá porque muchos no podían olvidar sus conocidas actividades extramusicales, o simplemente porque se empeñaba en alargar innecesariamente las canciones, resultando al final cansino. En estos momentos fue cuando empezó a soplar el viento, algo mosqueante pero todavía no alarmante.
Faltaba ya muy poco para Deep Purple. Me encontraba en el mercadillo cuando empecé a oír la lluvia y el granizo que sonaban sobre el techo del pabellón como si de pedradas se tratara. La gente emprendió una huida masiva hacia el refugio, que se llenó en abrir y cerrar de ojos. Todos aprovechamos para cenar, porque no nos imaginábamos lo que nos esperaba. Los que conocemos el clima de las tierras mañas sabemos que cuando cae, lo hace a base de bien, pero la furia del cielo no suele durar mucho. Efectivamente, la cosa no pasó del cuarto de hora. Al salir fuera pudimos comprender la magnitud del destrozo. Las vallas caídas y arrastradas, las luces superiores del escenario derrumbadas sobre el mismo. Sólo hubo que lamentar un herido, hubo mucha suerte, porque si estas luces llegan a caer encima de alguien, sin duda lo hubiera matado. Todo el equipo eléctrico a la mierda. Ni siquiera se pudo anunciar por megafonía la suspensión, ni eso ya funcionaba. Sí se hizo en el interior del pabellón, pero mil o dos mil que estaban frente al escenario esperando inútilmente la reanudación, como es natural no lo oyeron, y tardaron lo suyo enterarse. Cuando me marché el caos se había desatado por completo. Nadie parecía saber qué hacer, nadie era capaz de informarte de nada. Creí ingenuamente que los del camping podrían pernoctar sin problemas dentro de los pabellones. Me marché a Zaragoza cabreado, pero creyendo como todos que al día siguiente todo sería otra cosa. Incluso nos atrevimos a soñar que alguno de los tres grupos que no habían tocado podrían hacerlo al día siguiente. Al fin y al cabo, aunque cada día tenía un nombre distinto, a todos los efectos se trataba del mismo festival.

Al día siguiente a través de internet nos enteramos definitivamente de que la cosa ya no tenía arreglo. Es obvio que Iron Maiden iban a arrastrar el sábado a miles de personas más que el viernes. Algunos se enteraron antes de salir y se ahorraron el viaje, pero la gran mayoría se fue enterando por el camino a través de los móviles. Lo peor fue para los que iban en tren o en autocar, sabían que iban para nada pero no había vuelta atrás hasta llegar a Zaragoza. Un tercer grupo y no menos numeroso fueron los que iban llegando en coche sin saber nada, y al llegar a la rotonda sobre la A2 que daba acceso a la entrada al recinto ferial, se encontraban atónitos con que la Guardia Civil no les dejaba pasar. El atasco fue monumental, y duró horas. Y no podemos olvidar a los que por el motivo que fuera habían ido a Zaragoza, y volvían desilusionados a llevarse sus tiendas. Tuvieron el mismo problema, los picoletos TAMPOCO les dejaban pasar. Algunos esperaron durante horas a que el atasco desapareciera y otros dejaron el coche en el quinto coño para ir a buscar sus tiendas a pie. Si lo de la noche antes había sido caos, no había palabra que definiera lo que pasaba el sábado. A la hora en la que llegué a Madrid, sabía perfectamente que todavía había gente que en ese momento estaba llegando a Zaragoza.

Aunque la organización ha anunciado la devolución de las entradas, las molestias sufridas no se pueden compensar sólo con eso. Los gastos de transporte, alojamiento, los trastornos para los que organizaron sus vacaciones o pidieron días libres en el trabajo sólo para venir aquí. Como mínimo conozco ya tres casos que presentaron denuncia por daños y perjuicios. Y la pregunta es, ¿realmente se puede echar sólo la culpa a la lluvia y a la mala suerte? Quizá para un chaval joven puede valer eso de: “¿Qué se le va a hacer? ¡Así es la vida!”. Pero para los que tenemos entre 30 y 40 años y llevamos más conciertos de los que podemos recordar, la cosa no cuela. Sólo hay que contestar a una pregunta: ¿Por qué otros festivales se han podido celebrar a pesar de una lluvia similar y Monsters Of Rock y Metalway no? ¿Ejemplos? No hace falta ir muy lejos. En la propia Zaragoza, aún no hace tres años, en el festival Interpeñas 2005 cayó una tromba de agua que poco se diferenció de la de hace unos días. La gente ni se enteró, gracias a la kilométrica carpa, y ni las estructuras ni los equipos sufrieron daño alguno. En la crónica que escribí, que aún puede encontrarse hurgando en nuestro blog, ni me molesté en mencionar una anécdota tan intrascendente. ¿Seguimos? Esta vez me remito a lo que todos pueden comprobar por sí mismos, ahí queda para la historia el DVD “Desde Barón a Bilbao”. La lluvia cayó durante horas, y si en algún momento se planteó la suspensión fue por temor a que la gente se marchara, en ningún caso por falta de seguridad. ¿Más? ¿Qué podemos decir de las sucesivas ediciones de Viñarrock? Se pueden contar con los dedos de una mano los años en los que no ha llovido. ¿Hace falta continuar? Y que no vengan diciendo que nadie se lo esperaba. El hombre del tiempo está para escucharlo cuando se va a montar un evento así. ¿Los asistentes lo hicimos y los organizadores no? No me importa si con esto consigo que nunca más me den acreditación, las cosas son como y mi obligación es reflejar la realidad. Y la realidad es que hubo falta de previsión, no se puede decir que fue sólo mala suerte.

Aún queda un último aspecto que tratar, y esta vez es lo que he leído en otra web, concretamente en la del compañero Rafa Basa. En contra de lo que yo pensaba, no se permitió a los del camping dormir en el interior de los pabellones la noche del viernes. Si la organización se portó de esa manera, no estamos hablando ya de imprevisión o de incompetencia, estamos hablando de verdadera mala fe. Obligar a la gente a dormir en tiendas empapadas no es de inútiles ni de torpes, es de auténticos canallas y miserables.
Nacho Jordán

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