martes, 9 de febrero de 2010

BARON ROJO

30 de Enero de 2010. Sala La Riviera

Las vueltas que da la vida. Cuando hace más o menos dos décadas y un mes abandonaron BARON ROJO, ni Hermes ni Sherpa habrían sospechado esta situación ni en sus sueños más optimistas. Para ellos el grupo del que estaban hasta el gorro, hartos de zancadillas externas y de tensiones internas estaba muerto y enterrado. Nunca habríamos llegado a este resurgir de no haber sido por el empeño de los De Castro. Ni por la aportación de todos los músicos que pasaron posteriormente, tampoco hay que olvidarlo. Y el regreso de los fugados ha sido de la mejor forma posible. La euforia de la reunión se diluiría en el tiempo tarde o temprano. Sin embargo, la propia naturaleza de esta gira, que todos sabemos que no se repetirá en un largo tiempo, es precisamente lo que ha provocado su éxito. La sensación de que quizá no habrá otra oportunidad ha motivado esta masiva venta de entradas, quizá sorprendente si tenemos en cuenta el relativo fracaso de público el año pasado en el festival Metalway. ¿Habría sido la respuesta la misma si sólo se hubiera anunciado la vuelta definitiva? Mejor no saberlo y disfrutar del momento.
Casi 20 años a hostia limpia como personas no puede con el hecho de que, como músicos, forman el mejor combo de la historia del rock en nuestro país. Y es lo que más llama la atención, lo bien que suenan los cuatro pese a tanto tiempo sin trabajar juntos. Incluso la voz de Sherpa, que cuando actúa en solitario la hemos visto siempre en estado lamentable, ha mejorado tanto que no parece el mismo. Aunque en los primeros temas no se le oía ni a él ni a Carlos, cuando 2.500 asistentes cantan los temas como un solo hombre de principio a fin, es lo que suele pasar. Poco a poco algunos se fueron cansando, las gargantas comenzaban a irritarse, y el concierto se pudo escuchar con más o menos normalidad.
Creo que no vamos a malgastar tiempo y espacio enumerando todas las canciones que cayeron a lo largo de las dos horas con 50 minutos que duró el concierto. Entre otras cosas, porque el repertorio fue casi igual que el de Zaragoza el año pasado. Incluso el comienzo fue el mismo, con “Concierto para Ellos”. En ese momento muchos se acordaron de Obiwan, amigo del foro de Barón Rojo cuya prematura muerte aún resulta dolorosa de recordar a pesar de los meses transcurridos. También el montaje fue muy parecido (sí, otra vez) al de la capital maña, con una pantalla gigante en la que aparecían imágenes que hacían alusión a las letras de las canciones. Aparte de las inevitables (“Son Como Hormigas”, “Cuerdas de Acero”, etc.), cayeron otras que durante estos 20 años habían sido tocadas alguna vez por los hermanos, pero en muy contadas ocasiones, como “Rockero Indomable” o “Se Escapa el Tiempo”. Creo que las únicas que jamás había oído, excepto en Metalway, fueron “Caso Perdido” y “Tierra de Nadie”, que fue la más “reciente” que sonó esa noche. Y resulta difícil de entender este repertorio. Se trata de celebrar la historia de la formación original. ¿Es que temazos como “Señor Inspector”, “Sombras en la Noche”, “Travesía Urbana”, “Seguimos Vivos” o “Paraíso Terrenal” no forman parte de esa historia? Salvo la excepción que hemos dicho ¿por qué esa manía de querer olvidarse de sus tres últimos discos? Estamos seguros de que todos los presentes los habían escuchado, tanto lo más jovencitos como los más abueletes, que alguno había. En cualquier caso, los cuatro echaron todas sus ganas. Hermes acabó reventado. Armando, gracias a su micrófono de cuello pudo cantar sin parar un momento. Sherpa, siempre buscando protagonismo y disfrutando de ello, se empeñó en ser el portavoz, anunciando casi todas las canciones con presentaciones ingeniosas. Aunque tuvo sus fallos nadie le puede discutir su entrega. Quizá el más beneficiado fue Carlos. Acostumbrado a cantarlo todo él solito durante más de dos horas, el alternar responsabilidad vocal con Sherpa fue para él casi unas vacaciones. ¿Sobró algo? Probablemente los solos de batería y guitarra, de eliminarlos habrían entrado más temas. ¿El mejor momento? Depende cada uno, para mí fue muy emotivo “Los Rockeros Van al Infierno”, al ver a Sherpa haciendo el paso del pato en perfecta sincronía con Carlos y Armando. ¿Y el peor? Sin duda el cierre de la noche, al confundirse en la letra de “Casi me Mato” tanto José Luis como Carlos. Bien se la podrían haber ahorrado. Pero en líneas generales este regreso está resultando mejor de lo que algunos esperábamos, A disfrutar lo que queda de gira. Si la salud lo permite, seguro que repiten la jugada dentro de cinco años, y no es improbable que ocurra mucho antes.
Texto: Nacho Jordán
Fotos: Bgsol

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