martes, 1 de diciembre de 2009

'77

28 de noviembre 2009. Sala Siroco

Es difícil para mi explicar con palabras lo que nos ofrecieron el pasado sábado estos cuatro barceloneses en la malasañera sala Siroco de Madrid. Lo primero que se me viene a la cabeza es chute de adrenalina en toda la cara, puro rock & roll deudor de los orígenes de AC/DC, técnicamente bien ejecutado, lleno de energía y electricidad, y en absoluto exento de clase y calidad. A pesar del follón de horarios para el inicio del concierto según donde se anunciara, desde las 22:00 hasta las 00:30 horas para finalmente comenzar a las 23:30, y la confusión que esto supuso para el personal, los chicos salieron a patear todos los culos presentes y por aparecer desde el inicio y hasta el final para dejarnos absolutamente satisfechos y haciendo que su hora y media de ejecutoria se nos pasara en un suspiro. En un principio estaba previsto que arrancaran con tres cuartos de hora de homenaje a la banda de los Hermanos Young bajo el nombre de The Night Prowlers, pero finalmente dejaron las versiones del grupo australiano para el final.
Así que comenzaron a descargar con los temas de su primer y único trabajo hasta la fecha “21st Century Rock” del que dieron muy buena cuenta cayendo prácticamente en su integridad desde “Your Game Is Over” con la que empezaron a dejarnos boquiabiertos por su gran sonido, potencia y puesta en escena que nos trasportaba a los primeros tiempos de AC/DC, con un desbocado LG Valeta poseído por el espíritu de Angus Young sin parar de menearse en ningún momento y metiéndose entre el público en más de una ocasión llevándose al personal de calle tanto por su entrega como por su magnífica forma de tocar su gibson sg. No se quedó atrás su hermano Armand que parecía aunar en una sola las personalidades de Bon Scott y de Malcom Young, sólido y preciso en su labor en la guitarra rítmica y maravilloso y lleno de feelin’ con su voz recordándonos irremisiblemente al llorado Bon, siempre bien sustentados por la eficaz labor del bajista Raw y del batería Johnnie T. Dolphin.
Tras “Your Game Is Over” fueron cayendo impenitentemente uno tras otros los temas del grupo, las vacilona “Wicked Girl”, las pegadizas “Hard Rockin’ Liar”, “Gime Rock’n’Roll” o la tremenda y directísima “Big Smoker Pig” fueron ganándose a una audiencia que fue aumentando paulatinamente a medida que iban pasando los minutos para acabar completando en más de la mitad el aforo de la sala. Entre incursiones cada vez más dificultosas de LG entre el público, guitarrazos precisos y frenéticos, y buenísimos momentos de puro rock & roll, fueron cayendo más temas, como “Shake It Up” llena de rollo y electricidad, o la poderosa “Things You Can’t Talk About It” que rescataron de su primer EP con acierto.
Dejaron para el final el tema título del disco “21st Century Rock”, ya con la gente a esas alturas comiendo en su mano y entregadas a la causa, para acabar de romper con la inmensa “Less Talk (Let’s Rock)” cuyo título aplicaron a rajatabla poniéndonos como motos y preparándonos para lo que se nos venía encima a continuación. Ni más ni menos que un buen rato de versiones de los primeros AC/DC ejecutadas con maestría y desenfreno, desde “Live Wire” hasta la final e inevitable “Highway To Hell”, pasando por “Hell Ain’t A Bad Place To Be”, “Jailbreak”, “Whole Lotta Rosie”, “TNT” o “Touch Too Much” para dejar al personal absolutamente entregado y agotado, aunque tuvieron que cortar el repertorio por el desfase de la sala con el horario.
Uno siempre ha tenido la ilusión de ver a AC/DC en local pequeño y cercano, sentir su energía a pocos metros (por desgracia el monstruo a crecido tanto a lo largo de los años que eso es físicamente imposible) pero creo que con lo que nos dieron LG, Armand, Raw y Johnnie esta noche de sábado que el sueño está cumplido en buena parte, sin necesidad de cañones, locomotoras, muñecas hinchables, ni campanas enormes. Además con el mejor alumno de Bon Scott que he visto en mucho tiempo, Armand hasta ponía los mismos ojos de loco, y con un LG que absolutamente clavado a Angus, fue como entrar en una máquina del tiempo y volver a los garitos arrabaleros de Sydney o Glasgow donde empezó la leyenda. Siento no poder ilustrar esta crónica con alguna foto porque se me olvidó la cámara en casa, pero aunque la hubiera llevado creo que sería imposible que alguna instantánea hubiera salido sin moverse, entre lo que se meneaba la banda y lo que me meneaba yo iba a estar muy complicado.
Sencillamente inmensos, si tenéis oportunidad de verlos en directo no se os ocurra perdéroslos.
Mariano Palomo

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